No hay amor.

Esa noche, la emoción por la grabación del disco: 'Fuimos, somos y seremos' de Three Souls in My Mind me mantuvo despierto. Preparé todo con esmero: mi fiel guitarra 'Giselle', (que cuando la compré, le puse ese nombre en honor a mi pequeña y adorada hija), la ropa que usaría en el estudio y, por supuesto, mis botas, que limpié con el mejor cuidado. La falta de betún no fue impedimento; un poco de aceite de cocina hizo el truco. Finalmente, el cansancio me venció y pude dormir tranquilo, soñando con el gran día que me esperaba. El día amaneció lluvioso, y para mi sorpresa, me despertó una gotera que caía justo al lado de mi cama. El sonido del agua goteando era casi como un despertador molesto. El techo, hecho de láminas de cartón, no ayudaba mucho en días como este. Me levanté con un poco de pereza, pensando en cómo el clima afectaría mis planes, el agua fría que caía sobre mi piel al bañarme devolvió mi ánimo de continuar el día con emoción. Comí una deliciosa torta de frijoles con huevo, acompañada de un café negro de olla que me llenó de energía. Luego, tomé mi guitarra y salí a esperar el camión guajolotero, como le decíamos en aquellos días, acompañado de mi perro Firulais. Cuando llegó, estaba tan lleno que pude subir solo un pie en el estribo y colgarme del pasamanos, pero no me importó, ya que sabía que los camiones pasaban cada veinte minutos, Firulais seguía persiguiéndolo pues no avanzaba tan rápido debido a tantos baches en la calle, ladraba, y ladraba bastante fuerte, la gente lo miraba con desdén, yo sentía muy profundamente que me iba echando porras. Al llegar al metro de la ciudad, pensé que todo estaría mejor, pero, para mi sorpresa, los andenes estaban a reventar de gente. La multitud parecía interminable. Así que, sin más remedio, tuve que abordar un vagón super lleno. Casi se queda mi guitarra afuera cuando las puertas se cerraron. ¡Qué locura! Al llegar a Mariano Escobedo 201, en la colonia Anáhuac, sentí cómo mi corazón se aceleraba con una emoción indescriptible. ¡Había llegado a Peerless Internacional! Los estudios donde leyendas de la música habían grabado sus discos. El aire olía a música y a historia al entrar al edificio. Cada ladrillo de ese edificio parecía resonar con la historia de tantos músicos talentosos. Pedro Infante, Luis Arcaraz, Agustín Lara, María Luisa Landín, Los Camisas Negras hacia 1958, y en la década siguiente a Los Sinners, Los Boppers, Los Ovnis, Los Baby's, Los Apson, entre otros. Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando el guardia de seguridad me preguntó a quién buscaba. Nervioso, le respondí: "Vengo a grabar con el grupo Three Souls in My Mind." Esperé su reacción mientras trNo hay amor. Esa noche, la emoción por la grabación del disco: 'Fuimos, somos y seremos' de Three Souls in My Mind me mantuvo despierto. Preparé todo con esmero: mi fiel guitarra 'Giselle', (que cuando la compré, le puse ese nombre en honor a mi pequeña y adorada hija), la ropa que usaría en el estudio y, por supuesto, mis botas, que limpié con el mejor cuidado. La falta de betún no fue impedimento; un poco de aceite de cocina hizo el truco. Finalmente, el cansancio me venció y pude dormir tranquilo, soñando con el gran día que me esperaba. El día amaneció lluvioso, y para mi sorpresa, me despertó una gotera que caía justo al lado de mi cama. El sonido del agua goteando era casi como un despertador molesto. El techo, hecho de láminas de cartón, no ayudaba mucho en días como este. Me levanté con un poco de pereza, pensando en cómo el clima afectaría mis planes, el agua fría que caía sobre mi piel al bañarme devolvió mi ánimo de continuar el día con emoción. Comí una deliciosa torta de frijoles con huevo, acompañada de un café negro de olla que me llenó de energía. Luego, tomé mi guitarra y salí a esperar el camión guajolotero, como le decíamos en aquellos días, acompañado de mi perro Firulais. Cuando llegó, estaba tan lleno que pude subir solo un pie en el estribo y colgarme del pasamanos, pero no me importó, ya que sabía que los camiones pasaban cada veinte minutos, Firulais seguía persiguiéndolo pues no avanzaba tan rápido debido a tantos baches en la calle, ladraba, y ladraba bastante fuerte, la gente lo miraba con desdén, yo sentía muy profundamente que me iba echando porras. Al llegar al metro de la ciudad, pensé que todo estaría mejor, pero, para mi sorpresa, los andenes estaban a reventar de gente. La multitud parecía interminable. Así que, sin más remedio, tuve que abordar un vagón super lleno. Casi se queda mi guitarra afuera cuando las puertas se cerraron. ¡Qué locura! Al llegar a Mariano Escobedo 201, en la colonia Anáhuac, sentí cómo mi corazón se aceleraba con una emoción indescriptible. ¡Había llegado a Peerless Internacional! Los estudios donde leyendas de la música habían grabado sus discos. El aire olía a música y a historia al entrar al edificio. Cada ladrillo de ese edificio parecía resonar con la historia de tantos músicos talentosos. Pedro Infante, Luis Arcaraz, Agustín Lara, María Luisa Landín, Los Camisas Negras hacia 1958, y en la década siguiente a Los Sinners, Los Boppers, Los Ovnis, Los Baby's, Los Apson, entre otros. Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando el guardia de seguridad me preguntó a quién buscaba. Nervioso, le respondí: "Vengo a grabar con el grupo Three Souls in My Mind." Esperé su reacción mientras trataba de calmarme, él ni se inmuto, solo dijo, pase a registrarse. Al caminar por los amplios pasillos de discos Peerless, mi corazón latía con fuerza al ver la imagen del ídolo de México, Pedro Infante, adornando casi todas las oficinas. Era como un santuario de la música mexicana. Al llegar al estudio, el ingeniero Carlos Castillo, Q.E.P.D., y su equipo me recibieron con una calidez que me sorprendió. Inmediatamente pregunto, "¿Tú serás el que reemplazará a Alex Lora?", me hizo sentir la presión y la responsabilidad de estar en ese lugar tan legendario. Sin embargo, rápidamente aclaré: 'No vengo a sustituir a nadie, solo deseo mostrar mi trabajo y aportar mi granito de arena a esta legendaria agrupación. En ese momento hizo su aparición Carlos Hauptvogel acompañado de su linda esposa, Roberto "El Oso" Milchorena, Alex Puente, Q.E.P.D., y el director artístico Carlos Gómez. ¡Qué maravilla! La vibra en el aire era increíble y, honestamente, no podía creer que estaba rodeado de tantos talentos. Sin pensarlo dos veces, me lancé a conectar mi guitarra a un bellísimo amplificador “Mesa Boogie” (dual rectifier) que tenía delante. ¡Ese sonido era simplemente alucinante! Cada acorde que tocaba hacía que todo lo demás desapareciera. Ya no era solo una guitarra y un amplificador; era como si estuviera conversando con el alma de la música misma. Perdí la noción del tiempo mientras buscaba ese sonido que resonara profundamente dentro de mí. Era una conexión total, como si cada nota fuera un hilo que me unía a esos momentos tan especiales. La tarde se volvió mágica, y el mundo exterior se desvaneció; solo existía mi guitarra y la calidez que emanaba de ese amplificador. Sin duda, fue un momento maravilloso que siempre recordaré. El grito de: - "¡Sale, vamos a contar!"- me sacó de mi trance. - ¡Empecemos con energía!, - recalco. - ¡No hay amor!, - ¡Sale! 1, 2, 3, 4..." La emoción se sentía en el aire, y todos iniciamos la rola con ánimo y alegría. ¡Qué buen momento! Esta historia continuara. © Juan Hernández Reyes. Todos los derechos reservados. https://youtu.be/14iPHZXnsswataba de calmarme, él ni se inmuto, solo dijo, pase a registrarse. Al caminar por los amplios pasillos de discos Peerless, mi corazón latía con fuerza al ver la imagen del ídolo de México, Pedro Infante, adornando casi todas las oficinas. Era como un santuario de la música mexicana. Al llegar al estudio, el ingeniero Carlos Castillo, Q.E.P.D., y su equipo me recibieron con una calidez que me sorprendió. Inmediatamente pregunto, "¿Tú serás el que reemplazará a Alex Lora?", me hizo sentir la presión y la responsabilidad de estar en ese lugar tan legendario. Sin embargo, rápidamente aclaré: 'No vengo a sustituir a nadie, solo deseo mostrar mi trabajo y aportar mi granito de arena a esta legendaria agrupación. En ese momento hizo su aparición Carlos Hauptvogel acompañado de su linda esposa, Roberto "El Oso" Milchorena, Alex Puente, Q.E.P.D., y el director artístico Carlos Gómez. ¡Qué maravilla! La vibra en el aire era increíble y, honestamente, no podía creer que estaba rodeado de tantos talentos. Sin pensarlo dos veces, me lancé a conectar mi guitarra a un bellísimo amplificador “Mesa Boogie” (dual rectifier) que tenía delante. ¡Ese sonido era simplemente alucinante! Cada acorde que tocaba hacía que todo lo demás desapareciera. Ya no era solo una guitarra y un amplificador; era como si estuviera conversando con el alma de la música misma. Perdí la noción del tiempo mientras buscaba ese sonido que resonara profundamente dentro de mí. Era una conexión total, como si cada nota fuera un hilo que me unía a esos momentos tan especiales. La tarde se volvió mágica, y el mundo exterior se desvaneció; solo existía mi guitarra y la calidez que emanaba de ese amplificador. Sin duda, fue un momento maravilloso que siempre recordaré. El grito de: - "¡Sale, vamos a contar!"- me sacó de mi trance. - ¡Empecemos con energía!, - recalco. - ¡No hay amor!, - ¡Sale! 1, 2, 3, 4..." La emoción se sentía en el aire, y todos iniciamos la rola con ánimo y alegría. ¡Qué buen momento! Esta historia continuara. © Juan Hernández Reyes. Todos los derechos reservados. https://youtu.be/14iPHZXnssw



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