Sueños de juan Hernández. Parte uno.
Tenía escasos 15 años, cuando mi hermano mayor. “Miguel Hernández”, me invitó a disfrutar un concierto de rock mexicano en el -salón Chicago -, allá por los rumbos de Peralvillo. Sin más, partimos esa tarde rumbo a dicho evento, hicimos más de dos horas de camino, pues mi querido Ecatepec no contaba aún con asfalto, todo era terracería y baches. (Que curioso mi colonia después de 50 años conserva los baches y socavones), Al llegar al lugar, temblaba de emoción por entrar a disfrutar la música de mis grupos preferidos, emanaba del lugar un olor bastante peculiar, por cierto, muy agradable, entre pachulí y marihuana. De igual manera, sonaban las estruendosas y vibrantes notas del grupo abridor, su cantante parecía que se desgañotaba al cantar una rola de los Rolling Stones. (Píntalo de negro). Sí, era el grupo Three soul in my mind. (Que con el tiempo se convertiría en uno de los grupos mejor posicionados del rock mexicano). Un presentimiento alegre movió todas las fibras de mi ser. (Como iba imaginar lo que sucedería 15 años después). Continuamos disfrutando la buena música que se desprendía de los grupos que subían al escenario y provocaban éxtasis a todos los asistentes. Los Dug dugs, Javier Batiz. (De nueva cuenta sentía que todo se estremecía en mí, ¿sería por aquello del blues?). La adrenalina hacía lo propio, esperando con ansias a mi grupo preferido en aquellos ayeres. Cuando por fin, ni tardo ni perezoso sube al escenario mi grupo preferido, la banda de todas las bandas, de todos los tiempos en el rock mexicano “Bandido”. Como olvidar esos grandes temas como: Libertad ahora, Dama de invierno, Pobre ecólogo, etc. Salimos del lugar por la necesidad de alcanzar el último camión que nos llevaría a nuestro barrio. Eso sí, súper felices, con un agradable sabor de boca y el alma reconfortada por haber disfrutado todos estos grupos. Sufriendo un poco por la pertinaz lluvia que caía sobre la ciudad. Ya dentro del camión de regreso hacia Ecatepec, brincaban ideas y sueños en mi mente, imaginaba que algún día se podrían realizar, me sentía fascinado tocando en algún escenario, parecía tan real el tocar una guitarra, o quizá una armónica o una batería. Fantasear, tramar, suponer, es fácil si duermes. Mi hermano me despertó con un golpe en la cabeza, -Órale cabron ya llegamos-, desperté amodorrado y un poco triste al darme cuenta que solo había imaginado o soñado ser un gran músico. Mi hermano gritaba al chofer del Guajolotero, (así les decían a los camiones de mi barrio), ¡¡Bajan cabron, si quieres llévame a tu casa!!. Nos bajó como tres cuadras después. El camino de regreso de esas cuadras, llenas de lodo y baches me sirvió para reconfortarme con mis pensamientos. Quizá, sí lucho por mis sueños, algún día se realizarán
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